Muchos de los grandes cabalistas se aislaban por varios días en el desierto para alcanzar un estado de elevación superior.

El gran paso para la realización es aprender a estar tan vacío como el desierto, vacío de apegos.

Una vez que logras liberarte de tus apegos egoístas a las cosas físicas, a la obsesión por el honor, a la aprobación de los demás, a lo que te resulta cómodo y a tus cálculos y planes de cómo debería ser tu vida, entonces habrás creado un espacio para que la Luz Divina se revele.

Es entonces cuando podrás decir que eres libre.

Al ser consciente de estos molestos apegos y de cómo te impiden sentirte pleno ahora mismo, comienzas a liberarte de ellos. Cuanto más consciente seas, más fácil será romper sus cadenas. Además, tener la conciencia que lo que tu ego te dice que quiere o necesita no es lo que realmente necesitas.