MALJUT DE MALJUT
La Conciencia de mi Independencia
Si alcanzamos realmente la independencia, podemos sentir que somos únicos en el mundo y que nuestro trabajo, en la realidad material, es el fruto de nuestras manos. No debemos tener una independencia excesiva, porque dependemos de los demás, y no debemos tener una dependencia de los otros, porque dependemos de nosotros mismos.

Debo ser consciente de mi aporte como persona al mundo. Yo soy único y no hay otro en las mismas condiciones ni en las mismas circunstancias que yo. Mi misión es única. Debo aceptar y reconocer esa misión y actuar en consecuencia. Mi independencia y mi entorno social deben interconectarse. Tengo la fuerza de mi ser interior, que es mucho más que todas mis proyecciones e ilusiones. Soy yo y solo yo quien tiene que cumplir, todos los días, con el sentido de mi vida. Debo ser consciente de que, si he llegado a la máxima densidad de la materia, es porque he podido recorrer y comprender las fuerzas energéticas que operan a través del árbol de la vida. En realidad, he descendido desde la cima para llegar a la materia. Es aquí donde tengo que actuar. Y aunque la Torá estaba predeterminada en el Ein Sof, y aunque sabemos que la línea media del equilibrio del árbol es la misma Torá, también sabemos que la única forma de reconocer la soberanía de Dios en este mundo es a través de la Torá en acción. Para esto hemos sido creados.
Esta es la fuerza de Maljut de Maljut, la fuerza final de reconocer que estamos vivos, que tenemos una misión que cumplir y que no podemos perder tiempo en cumplirla. Solo podemos transformar la realidad material en los grados más densos de la materia. Cuando comprendemos el nivel de Maljut de Maljut, podemos ascender a la apertura de la puerta 50 (Biná).