Imagina un pequeño sendero, rodeado de casas pintorescas, Y un mar azul profundo. Sin duda un hermoso paisaje que a cualquiera le levantaría el animo. Pasa lo mismo con la risa de los niños. No importa en qué lugar te encuentres, no importa qué idioma se hable, no importa la cultura a la que pertenezcan, la risa de los niños es universalmente levantadora de ánimos. La risa de un adulto puede ser sincera, pero también burlona e incluso sarcástica, pero el sonido de niños jugando y riendo es simple y puro. En ellos no existen ideologías, culturas, idiomas, sólo el inocente placer de la vida. Los adultos nos complicamos la vida, nos preocupamos por cosas sin sentido, exageramos en nuestras reacciones y siempre estamos ansiosos o angustiados . Y cuando escuchamos la alegría de los niños todas esas preocupaciones se alejan. Y aunque no podamos regresar el tiempo y volvernos niños otra vez, podemos alegrarnos con el optimismo de los niños. Su alegria puede contagiarnos a todos. Como adultos a veces nos sentimos sobrepasados por la responsabilidad de tener un niño y queremos que crezca lo antes posible, pero lo mejor para ellos si los dejamos crecer a su ritmo. Dejemos que aprendan lo que es apropiado a su edad, dejémoslos jugar. Y cuando su niñez se convierta en adolescencia, ayúdalos a tener una suave transición. Entonces su risa continuará resonando con ánimo y esperanza para todos nosotros.