45 días del Omer: Séptima semana, Tercer día

TIFÉRET DE MALJUT

La Armonía de la Dignidad

Para equilibrar el campo de la acción material debemos equilibrar nuestras fuerzas. Debemos concentrar nuestras fuerzas allí donde tenemos mayores conocimientos, para aumentar el grado de efectividad a través del equilibrio entre mi personalidad y los demás. Debemos tener conciencia de actuar en equipo.

Para lograr la armonía debo aprender a delegar la autoridad. No puedo hacerlo todo solo, necesito a los demás. Debo ser consciente de que dependo de los demás. Debo estimular a mi entorno a crecer, y la única forma real para crecer dentro de la realidad material es aprendiendo a delegar funciones en los demás.

En la armonía debo ser suave. La suavidad no me debe restar autoridad. La suavidad me otorga armonía, a mí y a mis compañeros. Confundir suavidad con debilidad es un problema grave. No debo perder energía, pero mi energía no se basa en un desequilibrio, se basa en el correcto uso de la misma. Esta energía es fundamental para equilibrar mi actuación en la materia. Debo ser suave y debo reconocer que con la agresión no se ejerce ninguna autoridad; al contrario, se pierde. Quien más quiere controlar, en mayor medida pierde su poder. El poder real es armónico y equilibrado. Debo dejar fluir a los demás para conquistar sus propios objetivos, para lograr su armonía con el entorno. Los objetivos de los demás deben ser compatibles con los míos. Debo intentar la compatibilidad de mi personalidad con la de los demás. Debo evitar los conflictos que tienden a desviar las energías transformándolas en fuerzas negativas.

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