GUEVURÁ DE MALJUT
La Fortaleza de la Dignidad
Debemos establecer límites en nuestras relaciones personales y, sin embargo, debemos continuar siendo afectuosos. Esto nos lo enseña Maljut. Debemos ser amables, pero no débiles. No debemos ejercer nuestra autoridad en situaciones donde no la tenemos. Nuestra autoridad real debe surgir del respeto, no de la fuerza. No somos autoridad por la jerarquía que ocupamos, sino que nuestra jerarquía se basa en los límites naturales de una relación.

Debo ser consciente de mis limitaciones en la realidad y debo respetar la autoridad de otros. Cuando otra persona tiene mayores aptitudes o conocimientos que los míos en un área determinada, debo aceptar positivamente su dominio. Debo ser feliz dentro de mis limitaciones, aceptar aquello que Dios me ha dado. Y debo ser feliz por el desarrollo de las aptitudes del otro, pues yo solo no puedo con la totalidad. Puedo ser un líder y establecer límites, pero nunca imponerlos por la fuerza, sino a través del diálogo. No siempre debo imponer mis criterios, porque quizá no tengo el conocimiento y la habilidad que requiere ese caso determinado. Siempre necesito de la perspectiva del otro. Sin embargo, ni yo debo invadir al otro, ni el otro puede invadirme a mí. Debo ser cuidadoso con los límites, por respeto al otro y por respeto a mí mismo. Y el otro debe ser cuidadoso con mis límites.