Defensa

Los demonios que entren en tu círculo

Deben ser expulsados.

No importa en que mundo entres -la oficina, el colegio, el templo, la prisión o las calles- hay un submundo poblado por demonios. Lo son las personas codiciosas, agresivas, sádicas y cínicas. No sólo se aprovechan de los demás sin compunción, sino que se deleitan en ello. Encuentran placer en ver sufrir a otros. El por qué es así no puede ser respondido. Está sólo el hecho, sin significado metafísico u otras ramificaciones. No es karma, no es el destino. Si esas personas deciden atacarte, son las circunstancias. Tú tienes que pelear, o ser acribillado. La compasión y la humildad pueden estar entre las virtudes humanas más atesoradas, pero no son útiles en el conflicto. Una bella estatua dorada de tu dios más adorado es un tesoro, tú no la usarías como un arma. La virtud es de valor en el contexto apropiado; sólo una espada servirá en la batalla. Ya sea que el ataque sea físico -asalto, violación, asesinato- o que sea mental -intrigas de negocios, abuso emocional- debes estar preparado. Lo mejor es prepararse para el conflicto aprendiendo tanta autodefensa como sea posible. No te convertirás en un matón o en un monstruo, sino que aprenderás que puedes responder ante cualquier situación. Si no eres atacado nunca, eso es maravilloso. El entrenamiento seguirá ayudándote a trabajar tus miedos, tus inhibiciones y tus ansiedades. En caso de conflicto, nadie, ni siquiera un veterano, está siempre seguro de que saldrá vivo de la confrontación. Pero resuelven ir a su encuentro y darse la posibilidad de dar la pelea. Eso en sí mismo es un triunfo sobre el mal.

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