¿Qué es lo que desea el Creador de ti, que es realmente tu meta? La respuesta se encuentra en el sagrado libro del Zohar (Esplendor), la famosa obra esotérica escrita hace casi dos mil años, que declara: “¡El Creador te creó solamente para que Lo conozcas!”. Por lo tanto, todas las condiciones de nuestra vida nos son necesarias, pues el Creador que nos conoce perfectamente, estableció que no podamos conocerlo sino por medio de todas esas específicas condiciones que nos ha dado exactamente. ¡No hay ningún error ni azar en ningún detalle de nuestra vida!
Este conocimiento se llama tener una “fe completa” y estar “contento con lo suyo”, es decir que el hombre sabe: ¡Yo no entiendo nada y no sé nada, solamente estoy contento con lo que tengo! Y es esto también el primer paso para la elección cierta. Después que el hombre tenga este conocimiento, de ahora en adelante deberá prestar atención cómo podrá, a través de todos los acontecimientos y sucesos de su vida, conocer al Creador.
Debe el hombre saber perfectamente, que cada detalle de su vida está orientado por Él – tanto en el bien como en el mal, “por entendimiento o por fuerza” – para conducirlo a esta meta – que Lo conozca. Muchas veces cuando el hombre no presta atención a las alusiones del Creador, entonces Él le coloca en circunstancias aún más difíciles. Y si todavía no toma conciencia de su meta, el Creador lleva al hombre a situaciones que no tienen ninguna solución natural, hasta que se verá obligado aun contra su voluntad, a apoyarse en la fe. Y como los Sabios han dicho: “No tenemos en quien apoyarnos, sino en nuestro Padre Celestial”.
El comienzo de la fe
El sagrado libro del Zohar nos enseña, que el comienzo de la construcción de la fe, es el pensamiento y el conocimiento que no existe sólo este mundo, sino que existe también un Mundo Venidero. Este es el principio de la memoria, acordarse siempre de esto. Según la siguiente explicación se entenderá por qué este conocimiento es necesario para toda persona razonable:
Toda persona mentalmente sana, no estará dispuesta a hacer ninguna acción sin que esta tenga un objetivo y una utilidad. Por ejemplo, si se le dice a una persona subir y bajar su brazo durante una hora sin ninguna causa, no lo aceptará de ninguna manera, porque sentirá que hace algo sin una finalidad y sin ningún beneficio. Si así son las cosas en el hombre que es un ser creado, con más razón respecto al Creador que por supuesto no hace ninguna cosa sin finalidad.
No puede ser que el Creador haya creado todo el universo – donde infinitos detalles se articulan con una fabulosa precisión y que ilumina con majestuosidad, belleza y maravillosa gracia – sin que haya una razón y finalidad.
No puede ser que el Creador haya creado al hombre – una tan maravillosa creación con un cerebro poderoso y profundas fuerzas espirituales – sin que tenga su vida una finalidad.
Por consiguiente, cada uno debe preguntarse a sí mismo:
¿Es probable que la meta para la cual el hombre ha sido creado, pueda existir en este mundo, en el cual todo va hacia la perdición y muerte? ¿Es posible pensar que el Creador haya creado un ser humano lleno de sentimiento, creatividad y espiritualidad, para que viva setenta u ochenta años, la mayoría de ellos con sufrimiento y esfuerzo, y luego morir y terminar así su vida?
¿Acaso verdaderamente toda la profundidad del espíritu del hombre y su conocimiento se terminarán y se perderán? Es algo impensable. Necesariamente deberá haber continuación a la vida del alma también después de la muerte del cuerpo, donde logrará una eterna recompensa en el Mundo Venidero, por el cumplimiento de la Voluntad Divina.
No obstante, el concepto de “premio y castigo” existe también en este mundo, como un éxito que le llegará a una persona por hacer lo que es recto, o, por el contrario – las tribulaciones que le llegarán por sus pecados. Todo eso le llega al hombre solamente para enderezarlo en su camino, para que sepa distinguir, según como su vida se encamina, si transita por la senda justa o no. De esto podemos entender, que los sufrimientos que caen sobre el hombre no son ni un castigo ni una venganza, sino que su objetivo es estimularlo para que examine sus actos y para que no se equivoque en su camino. De hecho, si existiera solamente este mundo, no habría ningún sentido en ellos.
(Editado y extraído del libro «En el Jardín de la Fe» por Rabi Shalom Arush, Director de las Instituciones «Jut shel Jésed» – «Hilo de Bondad»)