Toda hoguera se apaga. Toda tormenta encuentra su calma.
A veces, hay momentos en la vida en los que parece que estamos en una tormenta, o que todo lo que nos pasa pareciera un gran incendio, pero no importa qué tan extrema o difícil sea una situación, esta no durará para siempre, las cosas cambiarán. Si somos observadores, podremos darnos cuenta de que un incendio, por más grande que sea, está siempre destinado a consumirse a sí mismo; un mar turbulento y peligroso se volverá tranquilo y apacible en algún momento. Los fenómenos naturales logran llegar a un equilibrio gracias a sus opuestos y este proceso de equilibrio es el centro de toda sanación. Y cómo todo proceso, toma tiempo. Todo depende de la intensidad de la situación que estemos viviendo, por ejemplo, si un evento no es grandioso, el equilibrio requerido es poco, en cambio, si el evento es extremo y trascendental, entonces puede tomar días, años, incluso vidas enteras para que las cosas retornen a un equilibrio estable. Pero, por qué existen estas situaciones que nos desequilibran? Porque sin esos ligeros desequilibrios no podría haber movimiento en la vida. Es el desequilibrio lo que mantiene la vida en evolución. el equilibrio total, sería sólo estancamiento. La vida es una continua destrucción y sanación, una y otra vez. Es por eso que ante una situación extrema, debemos ser pacientes. Sea cual sea la situación: una enfermedad, una calamidad, debemos tener la certeza de que después del trastorno vendrá la sanación.